domingo, 29 de marzo de 2015

Justicia pido para ti

Fue toda su vida un trabajador honrado y humilde que se limitó a sacar adelante a su mujer y a sus cuatro hijos.
No llegó a tener nada excepto esa casa compartida con su esposa y en la que los seis vivieron, comieron y se educaron hasta que la situación económica de la familia les impelió a dejar.
Pagó este modesto y sencillo hombre todos los impuestos que el estado le pedía, jamás protestó ni se quejó de nada y ya en su jubilación tan merecida, se contentaba con estar junto a su fiel esposa, visitar a sus hijos y gozar de sus nietos y jamás pidió nada más.
Así lo hizo el pasado febrero. Se vino a España dónde ahora reside su hija y ese tesoro que era para él su nieto querido fruto del amor entre un español y una rumana.  
Nada podía ofrecerle esa hija suya pues está en el paro desde hace años y no recibe ayuda ninguna, pero a él le daba igual pues nada mejor que el amor de ese nieto, dulce niño que a su abuelo veneraba.
Pero el destino tampoco se compadeció de él en sus últimos años y lo que pensó sería un simple resfriado de golpe aprisionó su pecho y  le dejó sin fuerzas para respirar.
Su hija, de tan sólo 27 años, asustada se lo llevó como pudo a las urgencias del Hospital General de Alicante dónde a pesar de la gravedad en la salud de su padre se le exigió firmar lo que según palabras de la administrativa que la atendía era un mero trámite que debía cumplimentar.
Los médicos, verdaderos profesionales a los que aplaudo, hicieron cuánto pudieron y a esa chica joven e inexperta en tales temas le dieron con compasión y profesionalidad las terribles noticias que la joven no sabía cómo asimilar.  
Veintidós horas desesperadas, veintidós horas con tan sólo la esperanza que perdura en el corazón de quienes aman de verdad.
Y luego, el duro golpe. El no saber qué hacer, ni dónde ir, ni quien te puede ayudar.
Una familia tan lejos, por mucho que se hable de que ahora somos La Comunidad Europea (sólo algunos al parecer se pueden beneficiar) y tan pobre. Sólo el hijo mayor se puede desplazar y acudir al entierro de ese buen padre, que luego, en una urna viajará hasta llegar al lado de la viuda que pena sin cesar.
Niña rota de dolor que intenta poco a poco superar tan terrible experiencia y enfrentarse a esos gastos que ocasiona la muerte y nadie espera sin más ayuda que la de sus amigos y su familia, pues para los pobres, no hay palabras, ni actos, ni psicólogos, ni gabinetes, ni ceremonias, ni ayudas de nadie más.
Y ahora, a los cuarenta días justos del fallecimiento de ese buen hombre, ahora nuestra alabada Seguridad Social, le pide a esa niña sin recursos que pague los costes de esas 22 horas que su padre pasó en el hospital. Y no le pide una cantidad cualquiera, le reclaman a esa niña 14.000 €. Cantidad que desde luego no tiene, ni creo que nadie de su entorno podamos conseguir.
Y llama por teléfono la joven incrédula y asustada al número que le aparece en la factura y una voz fría e implacable le dice que como heredera debe de pagar. “Qué no heredé nada” contesta la niña, pues así es, quien nada tiene, nada puede dejar.
Pero está esa casa dónde ahora, sola y triste vive su madre, le contestan al final a la chica.

Así funciona nuestra Seguridad Social, nuestra Generalitad y nuestro Hospital General universitario.  Una voz impertérrita amenaza con embargar la casa donde todavía llora la solitaria mamá.

2 comentarios:

  1. Un aplauso por tu texto
    Emocional y maravilloso
    Vivimos en un mundo diferente
    La medicina se basa solo en exámenes
    nadie tiene sentido común ...
    como arreglar la vida de un paciente
    nadie tiene tiempo para el otro
    Dificil sociedad la actual mil besos

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    1. Gracias Recomenzar. Tienes razón, qué difícil es vivir y hasta morir en esta sociedad actual.

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