sábado, 27 de febrero de 2016

Tres eran tres las hijas de Elena

Tres eran tres: Rubia, castaña y morena

Era "Arsénico, por compasión" , "Tras La Noche" y "Hace frío en Siberia" tres vistas distintas de la misma persona.

Arsénico era graciosa, dicharachera, abierta y muy inocente. Vivía en  su submundo donde la maldad sólo era un vocablo, no existía; era su mundo como un pastel de nata en Navidad.

Tras la Noche era romántica y soñadora y sólo sabía escribir en verso. Bastábale coger su pluma y sonetos, romances y seguidillas reflejaban al punto cuanto sentía que siempre era la savia inmensa de su profundo amar.

Y  la fría Siberia escribía desde su vasta tristeza, su corazón roto y su alma blanca y sin mancillar. Vagaba solitaria por ese diminuto mundo en el que obligada debía conformarse pues nada cambia la voluntad del poderoso, del que se auto-reclama Dios y reparte castigos como infiernos a los que sólo poseen la verdad. Y surgía su prosa como pasos lacónicos y desesperados de quien teme la guadaña de la muerte fría, dura e inapelable, pero férrea resiste la dolosa existencia aunque sólo sea a fuerza de soñar.

Y así era esta trinidad que emergía de una sola mano, un solo corazón y una sola alma, así se expresaba y así la conocían: como tres voces, tres formas de abordar el día a día, porque sabía hacerlo y así se sentía dependiendo de la fortuna, la hora o el lugar.

Auguraban todos un final trágico para "Hace frío en Siberia". Se equivocaron. Murieron las tres.